El baño turco, tratamiento hidroterápico bajo forma de vapor caliente, tiene increíbles beneficios en la general condición psicofísica de todos los que se preparan para disfrutar de lleno de sus agradables efectos. El estrés y las molestas consecuencias que derivan de esta reacción fisiológica encuentran un remedio eficaz en la felicidad y en la general distensión que el vapor aporta a cuerpo y alma.
El baño turco actúa en efecto como un antídoto perfecto contra las tensiones, aliviando todas las formas de estrés. El bienestar que deriva del baño de vapor no se limita a la psique. Son numerosas en efecto las ventajas que obtiene el cuerpo.
El vapor apaga el cuerpo y la mente alejando el estrés La acción de la temperatura y del vapor estimula los poros de la piel a abrirse y nos hace sudar.
Se trata de un efecto natural y saludable porque, de esta forma, se promueve una profunda limpieza de la epidermis a través de la eliminación de toxinas e impurezas.
La renovación celular se acompaña con un positivo efecto en la reducción de los problemas de la piel, como acné y dermatitis. Las propiedades beneficiosas del baño turco ayudan además a todos los que sufren de dolores localizados:
una mejor circulación se traduce en efecto en un aporte mayor de oxígeno en las zonas dañadas y esto significa una reducción directa del dolor y como consecuencia una curación más rápida.
Incluso los resfriados más rebeldes pueden resolverse: el calor ayuda a descongestionar las mucosas y a aflojar y expulsar el exceso de mucosidad.
También hay que recordar que, entre otros beneficios del hammam, el vapor despeja las vías respiratorias, tiene un efecto relajante, estimula la circulación sanguínea y linfática, oxigenando los tejidos, que quedan así más tonificados y compactos.
Dadas todas estas ventajas, está claro por qué el baño turco se ha convertido en una presencia obligatoria en los centros de bienestar.
Sin embargo, en los últimos años, el hammam también ha atraído la atención de los gimnasios y centros deportivos: de hecho, hay una serie de beneficios particulares que hacen que el baño de vapor sea especialmente adecuado para concluir las actividades deportivas y de entrenamiento. Entre ellos está el ya mencionado fortalecimiento del sistema cardiovascular, que permite entrenar aún más el ritmo cardíaco. Pero el baño de vapor también ayuda a relajar los músculos y a eliminar de forma natural el ácido láctico, aliviando la sensación de fatiga y restaurando el cuerpo después de un esfuerzo físico intenso.
Para obtener el máximo beneficio del baño turco, hay algunas reglas de oro que conviene seguir.
Lo primero, el tratamiento hammam debe llevarse a cabo realizando un ciclo de actividad entre baño de vapor, ducha fría y una ventana de reposo. Lo ideal es comenzar con un baño de vapor de no más de 20 minutos, durante los cuales se aconseja quedarse sentados o semiacostados, cubiertos con algún tejido transpirable. El período de permanencia puede reducirse si se presentan señales de aumento o disminución de la presión sanguínea.
Al terminar el hammam, hay que revigorizar el cuerpo con una rápida ducha fría, que ayuda a tonificar los tejidos y a reequilibrar el organismo después de haberlo sometido a las altas temperaturas y al elevado índice de humedad. Seguirán entonces unos minutos de relax, antes de repetir el segundo ciclo de baño de vapor más ducha fría.
Para amplificar todavía más los beneficios del baño turco, los efectos del vapor pueden combinarse con la cromoterapia y la aromaterapia. El añadido de aceites esenciales y la acción de los colores actúan de hecho sobre el cuerpo y sobre la mente con un triple efecto regenerante, vigorizante y relajante.
Si bien los beneficios que ofrece son indiscutibles, el hammam no se aconseja para todos. Sobre todo quienes padecen trastornos cardiocirculatorios, presión arterial demasiado alta o demasiado baja, problemas renales o de corazón, deberían evitar el baño turco o al menos pasar por un chequeo médico antes de someterse al tratamiento de bienestar.
Si, de hecho, es cierto que las altas temperaturas y el índice de humedad ejercen efectos benéficos sobre el cuerpo, por otra parte las personas más sensibles podrían sufrir subidas o bajadas de presión, que se traducen en mareos y sensación de palpitaciones en las sienes.
La fuerte sudoración del baño de vapor, benéfica para eliminar impurezas y toxinas del organismo, si no se controla, puede dar lugar a algunos efectos de deshidratación. Por ello siempre se aconseja reintegrar líquidos después de una sesión en el hammam, bebiendo agua, zumos de fruta o tisanas.
Pese a estas contraindicaciones, el hammam es un tratamiento de bienestar seguro, natural y realmente capaz de garantizar efectos también a largo plazo, sobre todo si los baños de vapor se repiten periódicamente. Una frecuencia de 2 sesiones por semana es la regla de oro que permite disfrutar de todos los efectos benéficos del baño turco. Es todo beneficio en términos de bienestar del cuerpo, de la mente, de la persona.
