Cómo Tomar Un Hammam

La gran necesidad de relax y tranquilidad típica de nuestra civilización desaparece en la calidez del hammam. No existe un momento justo para hacerlo, la elección es muy personal. Pero es preferible seguir algunas sugerencias.

Recomendaciones para tomar un baño turco y disfrutar de lleno de los beneficios del hammam.

A diferencia de la sauna, el baño de vapor tiene lugar en un entorno donde la humedad es de alrededor del 100% y la temperatura oscila entre los 25 y los 50 grados, subiendo desde el suelo hasta la parte superior. Como la temperatura es más baja que en la sauna, pero el tiempo de permanencia en la sauna es más largo, la sudoración es mayor en el baño turco.
Como las temperaturas son más bajas y el vapor es alto, las cabinas de hammam no están revestidas de madera, sino que son de cerámica o azulejos como los baños ordinarios.

El procedimiento para tomar un baño turco sigue pasos similares a los necesarios para tomar un baño de sauna.

Antes de entrar, lo mejor es beber un vaso de agua o té de hierbas para evitar la deshidratación; luego, se puede proceder a una ducha tibia en la que se lavará a fondo con jabón, y luego se secará bien.
También se recomienda un baño de pies para calentar las extremidades.

Touch&Steam

La primera fase: calentamiento

La primera fase (calentamiento) suele durar entre 15 y 20 minutos. En el baño turco se permanece en posición sentada o semirreclinada, desnuda o cubierta con paños de rizo u otros tejidos transpirables. Además del vapor, también puede disfrutar de la aromaterapia, con aceites esenciales elegidos para despertar, refrescar, estimular o relajar. Los colores de la cromoterapia también tienen un efecto beneficioso para el cuerpo y la mente.

Termina con una ducha fría y túmbate para relajarte unos minutos. Para hacer un baño turco perfecto y disfrutar de los efectos beneficiosos para la piel, puedes decidir frotar suavemente tu cuerpo con un guante de crin. De este modo, se eliminan las células muertas de la piel y se estimula la circulación sanguínea.

La segunda fase: enfriamiento

Después del baño turco, es muy agradable exponerse a la temperatura exterior o refrescarse con una ducha fresca o un baño de esponja. La temperatura de su cuerpo le hará pasar varios minutos en una agradable sensación de fresco bienestar. No es de extrañar que esta segunda fase consista en refrescarse, lo que no sólo permite descansar del intenso calor del hammam, sino también tonificar el cuerpo.

La tercera fase: el último ciclo

La tercera fase consiste en otro ciclo de baño turco-ducha fría. De nuevo, al final de las dos primeras fases, sería una buena idea relajarse durante al menos un cuarto de hora, quizás con un ligero masaje relajante.
Es importante reponer los líquidos perdidos bebiendo agua, zumos de frutas o infusiones. De nuevo, es mejor no estar con el estómago vacío o demasiado lleno. Lo ideal es un bocadillo fresco y ligero.

Por regla general, deben tomarse las mismas precauciones que para la sauna, es decir, las personas que padecen problemas cardiovasculares, presión arterial alta o baja, problemas renales o cardíacos deben evitar el baño turco, y es aconsejable que todos se sometan a un chequeo médico previo.

¿Con qué frecuencia es mejor tomar un baño turco?

En realidad, no hay una fórmula exacta que responda a la pregunta. La verdad es que la mejor respuesta es la que nos da nuestro cuerpo.

Ciertamente, dadas las bajas temperaturas, el baño turco es mucho más tolerable que la sauna finlandesa. Por eso no es raro que los admiradores del salus per aquam tengan una sesión diaria de hammam. Sin duda, es una buena manera de aliviar las pequeñas molestias de la vida cotidiana, de reservarse un momento de relajación. ¿Pero qué pasa con los que se acercan al mundo del baño de vapor por primera vez?

Sin duda, el primer "obstáculo" es aclimatar el cuerpo a las altas temperaturas. Por eso es mejor empezar con un tratamiento inicial caracterizado por un ciclo de sesiones más cortas, y por tanto más cortas que los 15-20 minutos recomendados. Para acostumbrarse gradualmente, se puede repetir el tratamiento al cabo de 2 o 3 días, aumentando entonces moderadamente tanto el tiempo de permanencia en la cabina como la frecuencia semanal de los ciclos en el baño turco.

Lo importante es no olvidarse nunca de hacer un pequeño descanso entre sesiones, como se recomienda en los tres pasos. La breve pausa entre el calentamiento y el segundo ciclo da a la piel tiempo para relajarse y, al mismo tiempo, para refrescar el cuerpo en preparación para la siguiente sesión en la cabina. Y así disfrutar de una completa satisfacción.

En cualquier caso, nuestro organismo nos guiará: nadie puede escuchar las necesidades de nuestro cuerpo e interpretarlas mejor que nosotros. En ello influyen muchos factores, como la forma física, la edad y la presencia de patologías. En este último caso, siempre es mejor consultar con su médico, que podrá aconsejarle sobre si tomar un baño turco es realmente la opción adecuada para su bienestar psicofísico.

POR QUÉ UN HAMMAM AYUDA AL BIENESTAR Y LA SALUD

Al igual que la sauna finlandesa, el calor del baño turco aporta múltiples beneficios a todo el cuerpo. En concreto, realizar correctamente el hammam de tradición árabe afecta al bienestar tanto psicológico como físico. La inmersión en la cabina, sobre todo si está impregnada del aroma de los aceites esenciales, ayuda a combatir las tensiones y el estrés acumulados día tras día.

Pero es sobre todo la piel la que más se beneficia del sudor: la humedad del interior de la cabina estimula la dilatación de los poros, a través de los cuales se eliminan más fácilmente las toxinas. El resultado es una piel más suave, lisa, luminosa, limpia y purificada.

Los beneficios del hammam también se aplican a la salud. Especialmente los que sufren problemas respiratorios pueden aliviarse con el vapor húmedo: éste actúa en las vías como descongestionante, con una acción fuertemente emoliente y calmante. Así, el baño de vapor también puede aumentar la capacidad de reacción del sistema inmunitario, protegiéndolo de infecciones, enfermedades e incluso alergias, sobre todo en temporadas especiales como el invierno y la primavera.

Así pues, no sólo se trata de relajación: tomar un baño turco es un auténtico ritual de belleza y salud, una panacea que debe seguirse con la frecuencia que el cuerpo necesite o desee. Sólo hay que saber hacerlo bien.

DESCUBRA LOS BENEFICIOS DE LA SAUNA

La sauna ejerce un encanto exclusivo, quizá relacionado con la fama de ritual de salud que ha asumido en el norte de Europa.

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