La ventaja que ofrece la sauna con su aire seco a una temperatura elevada es la
capacidad de provocar en poco tiempo que el cuerpo expulse considerables cantidades de toxinas y que se caliente intensamente. La sauna ofrece múltiples beneficios a personas de todas las edades, con muy pocas excepciones.
De todas formas, quien empieza a utilizar la sauna tiene que tener presente que el cuerpo necesita un poco de tiempo para acostumbrarse a determinados estímulos y que, por lo tanto, para tomar una sauna es necesario ser previsor. Se recomienda abordar el baño de calor siguiendo las fases recomendadas sin exagerar nunca, para permitir que el organismo disfrute de lleno de los beneficios de la sauna.
Ante todo no se debe entrar en la sauna con el estómago vacío o al contrario con el estómago demasiado lleno; se recomienda por tanto efectuar una comida ligera, comiendo por ejemplo cereales, yogurt o fruta.
Es igualmente importante proporcionar al organismo una buena reserva de líquidos para favorecer el sudor bebiendo una infusión caliente o una bebida sin azúcar, sin gas, y sobre todo sin alcohol.
Antes de entrar en la sauna es oportuno limpiar completamente el cuerpo con jabón y agua caliente y secarlo. Los pies tienen que estar calientes. Después de hacer esto se podrá entrar en la cabina, desnudos o cubiertos con una toalla de fibras naturales para no limitar la transpiración del cuerpo.
La primera fase (calentamiento) dura normalmente entre 5 y 8 minutos. Es posible permanecer estirados o sentados cómodamente,
con las piernas dobladas y los pies a la misma altura del asiento. Es necesario estar tranquilos e intentar relajarse.
Inicialmente podemos dejar que el aire de la sauna sea seca y a continuación se puede poner agua sobre las piedras calientes situadas en el interior de la cabina para aumentar la humedad y por tanto la sudoración.
Los dos últimos minutos se pasan normalmente sentados, es decir con los pies más abajo, para adaptar de nuevo la circulación de la sangre a la posición recta.
Después de esta fase se sale de la sauna lentamente, para evitar bajadas de presión o mareos.
Según el método finlandés clásico, la segunda fase prevé un baño breve en agua helada, que se puede sustituir con una ducha, con agua fría o templada, a efectuar esperando por lo menos dos minutos desde la salida de la sauna.
Para la ducha utilizar el chorro de agua empezando por los pies y subiendo hacia el tronco, evitando que la primera parte del cuerpo que recibe el agua sea la cabeza.
Esto evita la exposición a peligrosas disfunciones de la circulación.
La tercera fase consiste en volver a la sauna durante unos diez minutos más y luego tomar una ducha fría. En realidad, a la pregunta de cómo tomar una sauna, los expertos suelen responder que no es obligatorio someterse a varios ciclos de sesiones, pero en general se recomienda realizar al menos 3 repeticiones de sesiones para amplificar los beneficios del baño de calor.
En cualquier caso, es bueno observar la regla de no superar los 15 minutos por ciclo, con una pausa de enfriamiento de la misma cantidad de tiempo que se pasa en la sauna entre sesiones.
Al final del tratamiento, se recomienda tumbarse en un sofá durante unos diez minutos para relajarse y permitir que la presión arterial vuelva a la normalidad.
La fase de enfriamiento debe durar al menos tanto como la fase de calentamiento.
Los líquidos deben reponerse inmediatamente después del final del tratamiento: beber mucha agua devuelve al cuerpo la cantidad adecuada de agua expulsada durante la sauna. Las infusiones y los zumos de frutas y verduras son excelentes para reponer líquidos y sales minerales.
Muchas personas se preguntan si existe un límite o una frecuencia aconsejada para aportar al organismo todos los beneficios que una sauna finlandesa puede estimular. En realidad, la mejor solución es encontrar el equilibrio adecuado.
Hay quien, para relajarse, se dedica un tratamiento al día, tal vez optando por un número menor de ciclos entre permanencia en sauna y fase de enfriamiento. Pero también hay quien considera que ha descubierto la fórmula justa para tomar una sauna, dedicándose a sus benéficos momentos de bienestar con 3-4 tratamientos completos cada mes.
En líneas generales, sin embargo, el consejo que más a menudo se da en relación a cómo tomar correctamente una sauna, es someterse al baño de calor al menos 2 o 3 veces por semana.
Para quien desee más sesiones, una buena costumbre es, sin duda, la de habituar gradualmente el cuerpo a las altas temperaturas, comenzando con algunos ciclos más breves, que se repetirán durante un período amplio (3 veces al mes) que se reducirá progresivamente hasta una frecuencia ideal de 2 o 3 veces por semana.
Sin embargo, como hemos dicho, no existe una regla precisa. Lo importante es escuchar siempre el propio cuerpo, y entender cuál es la mejor manera de tomar una sauna, respetando nuestra salud y nuestras ganas de cuidarnos.